En un día de invierno, una pareja judía iba de paseo por Manhattan, New York, la gran ciudad, famosa por su gran variedad de actividades culturales, la enorme diversidad de gente, los enormes centros comerciales, entre otras tantas atracciones. Toda la ciudad está cubierta de nieve blanquísima y envuelta en una atmósfera festiva y, cómo no, las grandes ofertas. Resulta entonces que esta pareja iba camino al Rockefeller Center, en la famosa explanada en la que se hace patinaje sobre hielo, cuando de repente vieron a un hombre descalzo pidiendo limosna. El hombre estaba sentado en el suelo sufriendo la terrible helada. ¡La temperatura era bajo cero y este hombre estaba en la calle descalzo, sin zapatos! Eso es exactamente lo que tanta gente piensa de Norteamérica: que es un lugar malo, difícil, indiferente, donde no existe la solidaridad.
Volviendo a nuestro relato: en ese mismo momento la mujer le dijo a su marido: “¿Sabes qué? A mí no me importa en absoluto cómo se llama este pobre hombre, qué fue lo que hizo o si alguna vez va a poder darme las gracias pero quiero que sepas algo: ¡en este mismo momento yo voy y le compro un par de zapatos!”.
Mientras ella empezó a caminar en dirección al mendigo, de pronto vio que un policía se le había acercado a hablarle.
Ella se asustó, porque pensó que el policía iba a arrestarlo o a tratarlo mal.
Pero entonces oyó que el policía le preguntaba al hombre:
“Dígame algo: ¿qué número de zapatos calza?”
El mendigo, sorprendido, apenas si logró murmurar “11” (que equivale a un 45 de nuestra medida).
El policía fue a su auto, abrió el baúl y sacó un paquete de calzado deportivo y un par de medias.
Entonces volvió donde estaba el mendigo y le dijo: “Pruébeselos, por favor, me parece que este par de zapatos le va a andar bien”.
El mendigo enseguida se puso las medias y los zapatos. Y entonces se puso de pie y empezó a pisar bien fuerte en el suelo loco de alegría, sonriendo de oreja a oreja. “¡Muchísimas gracias, oficial! - ¡no sabe cómo le agradezco! ¡Me estaba congelando! ¡Que Dios lo bendiga! ¡Que Dios lo bendiga!”, le dijo al policía, casi al borde de las lágrimas de lo emocionado que estaba.
El policía sonrió con timidez y le respondió: “Gracias a Dios, Él a mí ya me bendijo… ¡Ahora es mi turno de demostrarle a Él lo agradecido que Le estoy!”
* * *
Esta historia verídica no hace más que recordarnos algo que ya sabemos: que, tal como dice en la Torá, “el mundo se apoya en la benevolencia”.
Es por eso que HaShem valora y aprecia tanto la gratitud y el agradecimiento. Y es por eso que la mejor forma de dar las gracias por todo lo que tenemos es dándoles a aquellos que no tienen –igual que el policía de Manhattan…
En mi calidad de fundador y director de la Yeshivá “Jut shel Jesed – Hilo de Bondad”, yo conozco de cerca a muchas personas íntegras y honestas que por más que se esfuerzan, no logran llevar el pan a casa, de tan grave que está la situación económica.
Por desgracia, no todos tienen el mérito de estar encaminados rumbo al objetivo para el cual fueron creados, y hay muchísimas personas que ni siquiera tienen idea de para qué vinieron al mundo. A veces, Dios encamina al individuo rumbo a su meta a través de toda clase de sufrimientos y dificultades. Pero no necesariamente tiene que ser así.
La pregunta es si hay algo que podamos hacer al respecto.
Y la respuesta, gracias a Dios, es que sí. Sí hay algo que podemos hacer para evitar los sufrimientos y las dificultades. Permítanme explicarles:
A través del Rescate del Alma (pidión nefesh en hebreo), en vez del sufrimiento que tiene que padecer la persona, desde el Cielo se le da la oportunidad de contemplar la forma en que puede alcanzar su objetivo en este mundo. En otras palabras: la persona que les da caridad a los necesitados realizando un Rescate del Alma -por ejemplo 180 dólares por familia (cifra muy significativa, puesto que equivale a diez veces 18, que en hebreo significa “jai”, o sea, multiplicación de la vida)- en vez de recibir sufrimientos, va a recibir bondad y ayuda del Cielo.
Es por eso que los invito a realizar su contribución a través de nuestro Sitio Breslev Israel en este enlace, o enviando un mail a ayuda@breslev.co.il, o bien llamando por teléfono a 972-2-532-3339 interno 3.
Y que sean todos inscriptos y sellados en el Libro de la Vida para un próspero Año Nuevo 5776 ---- AMÉN!!!
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