CONFESIÓN
OH SEÑOR del cielo y de la tierra, ante ti confieso mis pecados y los lamento y me humillo en tu presencia. Por.que he pecado ante ti por orgullo, avaricia,, desenfrenados deseos de honores y riquezas, por pereza, gula, codicia, libertinaje y embriaguez; porque te he ofendido con todo tipo de pecados de la carne: adulterio y perversiones, que he cometido yo mismo y consentido que otros cometan, por sacrilegios, robos, rapiña, violaciones, homicidios, por el uso de maldad por la que he obtenido mis posesiones, por los pecados que he cometido contra la esperanza y la caridad, por mis consejos malignos, por la mala distribución que he hecho de los bienes que he poseído, por rechazar y maltratar al pobre en la distribución de los bienes que se me han encargado, por afligir a quienes se encuentran bajo mi autoridad, por no visitar a los prisioneros, por no, enterrar a los muertos, por no recibir a los pobres, por no dar alimento a los hambrientos ni bebida a los sedientos; por no haber guardado el Sabbath ni Otras,, fiestas, por no vivir castamente en esos días, por haber dado fácil consentimiento a aquellos que me incitaron al mal, por injuriar en lugar de ayudar a los que demandaban mi ayuda, por no escuchar el lamento de los pobres, por no escuchar a los viejos, por no respetar mi palabra, por desobedecer a mis padres, por ser ingrato con los que me han tratado amablemente, por abandonarme a los placeres sexuales, por comportarme irreverentemente en el templo de Dios, por entrar en él sin respeto, por palabras vanas e inútiles, por no respetar los vasos sagrados de la iglesia, por ridiculizar las Santas ceremonias, por tocar y comer la hostia sagrada con labios impuros, con manos profanas y por la negligencia con que he hecho mis oraciones y adoraciones. También detesto los crímenes que he cometido por pensamientos malignos, meditaciones vanas e impuras, falsas sospechas y juicios infundados, por el consentimiento maligno que he dado al consejo del malvado, por mi lujuria y placeres impuros y sensuales, por mis falsas palabras, mentiras y engaños, por mis falsos votos, por mis Continuas calumnias. También detesto los crímenes que he cometido por discordia, que he incitado, por curiosidad, avaricia, falsas palabras, violencias, maldiciones, calumnias, blasfemias, insultos, simulaciones, por pecar contra Dios faltando a los diez mandamientos por negligencia en el cumplimiento de mis deberes y obligaciones, por la falta de amor a Dios y al prójimo. Aún más, odio los pecados que he cometido con mis sentidos, como por la vista, por el oído, por el gusto,. por el olfato, por el tacto, en todas las formas en que el ser humano puede ofender al Creador, por mis pensamientos carnales, hechos y meditaciones. Por todo esto humildemente confieso que he pecado y reconozco yo mismo ser ante la ‘vista de Dios el más criminal de todos los hombres. Me acuso a mí mismo ante ti, oh Dios, y te adoro con toda humildad; y ustedes, oh ángeles de Dios, y criaturas de Dios, en su presencia publico mis pecados para que mis
enemigos no tengan ventajas sobre mí y no puedan reprenderme en el último día y para que no pueda decirse que he ocultado mis pecados y que no seré acusado en presencia del Señor sino para que, por el contrario, haya fiesta y alegría en el cielo como por el justo que confiesa sus pecados en tu presencia. Oh Padre Todopoderoso, dame por tu infinita misericordia el poder para conocer y ver a todos los espíritus que invoco, para’ que por estos medios logre mi voluntad y mi deseo, por el Gran Soberano y por la inefable y eternal gloria, tú que eres y serás para siempre el Padre inefable y puro de todo.
Habiéndose terminado la confesión con gran humildad y con el sentimiento interno de corazón el Maestro recitará la siguiente
OH SEÑOR del cielo y de la tierra, ante ti confieso mis pecados y los lamento y me humillo en tu presencia. Por.que he pecado ante ti por orgullo, avaricia,, desenfrenados deseos de honores y riquezas, por pereza, gula, codicia, libertinaje y embriaguez; porque te he ofendido con todo tipo de pecados de la carne: adulterio y perversiones, que he cometido yo mismo y consentido que otros cometan, por sacrilegios, robos, rapiña, violaciones, homicidios, por el uso de maldad por la que he obtenido mis posesiones, por los pecados que he cometido contra la esperanza y la caridad, por mis consejos malignos, por la mala distribución que he hecho de los bienes que he poseído, por rechazar y maltratar al pobre en la distribución de los bienes que se me han encargado, por afligir a quienes se encuentran bajo mi autoridad, por no visitar a los prisioneros, por no, enterrar a los muertos, por no recibir a los pobres, por no dar alimento a los hambrientos ni bebida a los sedientos; por no haber guardado el Sabbath ni Otras,, fiestas, por no vivir castamente en esos días, por haber dado fácil consentimiento a aquellos que me incitaron al mal, por injuriar en lugar de ayudar a los que demandaban mi ayuda, por no escuchar el lamento de los pobres, por no escuchar a los viejos, por no respetar mi palabra, por desobedecer a mis padres, por ser ingrato con los que me han tratado amablemente, por abandonarme a los placeres sexuales, por comportarme irreverentemente en el templo de Dios, por entrar en él sin respeto, por palabras vanas e inútiles, por no respetar los vasos sagrados de la iglesia, por ridiculizar las Santas ceremonias, por tocar y comer la hostia sagrada con labios impuros, con manos profanas y por la negligencia con que he hecho mis oraciones y adoraciones. También detesto los crímenes que he cometido por pensamientos malignos, meditaciones vanas e impuras, falsas sospechas y juicios infundados, por el consentimiento maligno que he dado al consejo del malvado, por mi lujuria y placeres impuros y sensuales, por mis falsas palabras, mentiras y engaños, por mis falsos votos, por mis Continuas calumnias. También detesto los crímenes que he cometido por discordia, que he incitado, por curiosidad, avaricia, falsas palabras, violencias, maldiciones, calumnias, blasfemias, insultos, simulaciones, por pecar contra Dios faltando a los diez mandamientos por negligencia en el cumplimiento de mis deberes y obligaciones, por la falta de amor a Dios y al prójimo. Aún más, odio los pecados que he cometido con mis sentidos, como por la vista, por el oído, por el gusto,. por el olfato, por el tacto, en todas las formas en que el ser humano puede ofender al Creador, por mis pensamientos carnales, hechos y meditaciones. Por todo esto humildemente confieso que he pecado y reconozco yo mismo ser ante la ‘vista de Dios el más criminal de todos los hombres. Me acuso a mí mismo ante ti, oh Dios, y te adoro con toda humildad; y ustedes, oh ángeles de Dios, y criaturas de Dios, en su presencia publico mis pecados para que mis
enemigos no tengan ventajas sobre mí y no puedan reprenderme en el último día y para que no pueda decirse que he ocultado mis pecados y que no seré acusado en presencia del Señor sino para que, por el contrario, haya fiesta y alegría en el cielo como por el justo que confiesa sus pecados en tu presencia. Oh Padre Todopoderoso, dame por tu infinita misericordia el poder para conocer y ver a todos los espíritus que invoco, para’ que por estos medios logre mi voluntad y mi deseo, por el Gran Soberano y por la inefable y eternal gloria, tú que eres y serás para siempre el Padre inefable y puro de todo.
Habiéndose terminado la confesión con gran humildad y con el sentimiento interno de corazón el Maestro recitará la siguiente
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